Cuentos de temporada

Los gnomos aman contar cuentos y compartir poemas de cualquier tiempo del año. He aquí solo algunos de los favoritos de navidad.

Los ayudantes de Sinterklaas

La tradición de vestirse como Sinterklaas y el pequeño Piet (Pedro) para ayudarlos a entregar las golosinas es conmemorada en este a menudo repetido poema navideño.

Corta la ropa para hacer el inglete.

Pon las puntadas finales ahí.

Amárralo un poco más apretado.

Todos colaboran

Para ayudar a Sinterklaas.

Haz un suave y holgado gorro

Con una pluma atrás-

Cuello estirado con volantes en el

Y un gran saco de algodón gris

Para ayudar al pequeño Piet.

Podemos hacer su trabajo más rápido

Si les ayudamos llevando juguetes.

Así que nos vestimos como el pastor

Y vamos cantanto alegrías

Para ayudar a Sinterklaas.

Asegúrate que tu espalda es fuerte

Si tu escoges la bolsa de algodón.

Cada paso hace tu viaje más largo

Cuando tu espalda comienza a ceder

Para ayudar al pequeño Piet.

Incluso el clima frio

Ya sea nieve o ventisque helado.

Podemos hacer el trabajo juntos

Calentado por los corazones que agradamos

Para ayudar Sinterklaas.

El deseo de navidad

Un ratón de campo, un pinzón, y un gnomo estaban esquiando en un lago congelado en una tarde de navidad. De la firme seguridad de la orilla del estanque, un cerdo infeliz miraba sus graciosos giros y saltos.

“Me gustaría poder esquiar en el lago”, gimió el cerdo. “Sería un gran patinador.”

“Bien, dinos antes de que subas al hielo”. Rió el ratón de campo.

“Sí”, pio el pinzón. “No queremos ahogarnos cuando tantísimas libras de cerdo choquen a través del hielo”.

El gnomo normalmente habría reído a sus bondadosas costillas, pero desde que paso navidad, en cambio decidió cumplir el deseo del puerco.

“Adelante y pruébalo”, dijo el gnomo.

Las orejas del puerco animadas se elevaron y se deslizo cuidadosamente hacia el lago. Ni un crack o quejido vino del hielo. El cerdo inicio a deslizarse y esquiar en elegantes círculos y ochos.

“Lo vez”, gruño el encantado puerco, “puedo esquiar. Porque, soy mucho mejor esquiador que cualquiera que ustedes”.

Y con eso el cerdo  se lanzó a un gran salto, girando en el aire y  aterrizando en el hielo con un fuerte CRACK.

El cerdo temblando miro bastante vergonzoso mientras salía del lago y regresando al banco a mirar a los esquiadores.

Moraleja: Los milagros de navidad te levantaran, pero los cerdos glotones son rápidamente empapadas.

 La maravilla de Pollitt (hijo de pol)

Pollitt comienza a preguntarse cuando vio una temprana luna llena  en Diciembre. Tomando su tour nocturno en los campos locales, noto la suave luz de luna flotaba en el aire como cortina pesada hospedándose para prevenir una corriente de aire. Pollit siempre ha sido un sencillo gnomo seguro de si mismo. Aunque algo sombrío acerca de la luz de luna alerta una incertidumbre extraña en él.  

“Me pregunto si la luna está feliz,” se cuestiona Pollitt.

Por supuesto, esta era una pregunta muy difícil de responder. Reflexiono por un largo tiempo, y entonces encamino a casa con confusión en su cabeza.

“¿Hay algo mal?” pregunto su esposa Sonje tan pronto como caminaba por la puerta, ella nunca había visto una mirada tan profunda de perplejidad en su cara. Pollitt explico sus dudas.

“Si”, acordó Sonje, “esa es una difícil. Pero creo que la luna debe ser feliz, porque brilla intensamente para nosotros”.

“Eso es lo que temía”, respondió Pollitt. “Porque la luz de luna viene y va. Si la luz de luna significa está feliz, entonces la luna esta de mal humor en el mejor de los casos”.

Pollitt comenzó a sentirse triste, el cual es un sentimiento incómodo para un gnomo.

La noche siguiente, Pollitt regreso a sus rondas pero fue otra vez golpeado por la pregunta cuando la luna emergió detrás de una nube. Un murciélago que pasaba noto el gnomo congelado mirando hacia arriba y decidió detenerse para una charla. Los murciélagos son mucho más amigables de lo que la mayoría de la gente piensa.

Cuando Pollitt explico su dilema, el murciélago aleteo hacia el aire. Los murciélagos hacen su mejor reflexión en el aire.

“Bien”, dijo el murciélago, “supongo la luna no es ni feliz ni infeliz.  Es simplemente una reflexión y no tiene verdaderos sentimientos en esta.”

“Posiblemente sea verdad”, dijo Pollit, “pero estas ciego a la hermosa luz de luna. Si tu pudieras verla, sentirías que la luna debe estar feliz al menos parte de tiempo”.

Cada noche, Pollitt haría sus tareas y mandados, cada noche miraría arriba para ver la luna menguante oscurecerse más y más. Pollitt se puso más y más triste. Saliendo cada noche se hizo más y más difícil.

En la noche de la luna nueva, Pollitt salió fuera con la lágrima ya iniciada en la esquina de sus ojos. Sabía que no sería capaz de ver la luna. Pensó, entonces, que la luna debería estar terriblemente infeliz.

Sentado en un pequeño montículo, Pollitt miro hacia el cielo y comenzó a llorar. Un búho escucho el suave lloriqueo. Los gnomos nunca lloran, así que el curioso búho simplemente voló bajo y descubrió la causa de su odisea.

“Nuestra amiga la luna es tan infeliz que no puede verse brillar en absoluto”, lloro Pollitt.

“Disparates,” ululó el búho. “En esta noche de todas las noches deberías saberlo mejor”.

“¿Por qué esta noche?” preguntó Pollitt.

“Esta es la noche de Navidad, cuando los gnomos celebran la generosidad y cuidado.”

Pollitt jadeó- he había estado tan absorto en sus cuestiones que había olvidado todo acerca de la fiesta más importante del año.

“La luna no está infeliz,” continuo el búho. “Ella está siendo generosa. Porque la luna es la más generosa de todos nosotros. Está dando a las estrellas el chance de brilla. Ella sabe que ellas pueden sentirse celosas si siempre fuera la más brillante del cielo.”

Pollitt vio el sentido en esto y comenzó a sentirse mejor acerca de la luna. “Aquí viene tu familia en rondas navideñas”, dijo el búho, empujando hacia arriba a Pollit. “Úneteles y detén tus preocupaciones acerca de la luna. Ella no se preocupa por ti.”

Pollitt despidió al búho que volaba lejos y después corrió a unirse a su familia en las visitas navideñas. Se apresuró con una renovada excitación. Él quería ser tan generoso como la luna.

El cuento de Pollitt, como muchas historias de gnomo navideñas, regenera el espíritu. Con su fe y energía restaurada, los gnomos salen adelante en un feliz año nuevo. Todavía, dejan la temporada atrás con una pizca de desgana, como es sugerido por un último recuerdo. El centro de mesa festivo, usualmente una simple vela rodeada por vegetación seca  o piñas de pino, se mantiene  en la mesa del comedor de la familia a lo largo del año. La casa de un gnomo parecería vacía sin este.